lunes, 15 de noviembre de 2010

DAN PINK Y LA SORPRENDENTE CIENCIA DE LA MOTIVACIÓN

Noticia enviada por Rocío Ortiz de Galisteo Martínez

http://www.dosideas.com/noticias/motivacion/784-dan-pink-y-la-sorprendente-ciencia-de-la-motivacion.html
Miércoles 02 de Diciembre de 2009 10:52
Escrito por Leonardo De Seta
Necesito hacer una confesión aquí, al comenzar. Hace un poco más de 20 años hice algo que hoy me arrepiento, algo de lo que no estoy particularmente orgulloso, algo que, de muchas formas, desearía que nadie sepa nunca, pero que aqui me siento obligado a revelar. A fines de los '80, en un momento de indiscreción juvenil, fui a la Escuela de Leyes.
En Estados Unidos, Leyes es un grado profesional. Obtenéis un título universitario. Luego asistís a la Escuela de Leyes. Y cuando llegué a la Escuela de Leyes, no me fue muy bien. Siendo generosos, no me fui muy bien. De hecho, me gradué con el grupo de mi escuela que logró el 90% mejor posible... Gracias. Nunca he ejercido Leyes en mi vida. Casi que no me lo permiten.
Pero hoy, en contra de mi propio juicio, en contra del consejo de mi esposa, quiero desempolvar algunas de esas habilidades legales, o lo que queda de ellas. No quiero contarles una historia. Quiero presentarles un caso. Quiero presentar un caso complicado, basado en evidencias, me atrevo decir un caso legal, para replantear cómo manejamos nuestros negocios.
Por lo tanto, señoras y señores del jurado, presten un vistazo a esto: 



Esto se llama el "problema de la vela". Algunos quizás ya lo vieron. Fue creado en 1945 por el psicólogo Karl Duncker. Karl Duncker creó este experimento que se utiliza en muchos experimentos distintos dentro de la ciencia del comportamiento. Y así funciona. Supongamos que yo soy el experimentador. Los llevo a una sala. Les doy una vela, algunas tachuelas y algunos fósforos. Y les digo, "Su trabajo es fijar la vela a la pared, de manera que la cera no gotee sobre la mesa". ¿Qué haría usted?
Muchas personas intentan primero clavar la vela a la pared con las tachuelas. No funciona. Algunas personas tienen la gran idea de encender un fósforo, derretir un costado de la vela, y tratar de adherirla a la pared. Es una idea excelente. Y no funciona. Eventualmente, después de 5 ó 10 minutos, la mayoría de las personas encuentran la solución, que pueden ver aquí: 


La clave es superar lo que se llama "fijación funcional". Las personas miran la caja y sólo ven un recipiente para las tachuelas. Pero también puede cumplir otras funciones, como ser la plataforma para la vela. El problema de la vela.
Ahora, quiero contarles sobre un experimento usando el problema de la vela, que realizó el científico Sam Glucksberg, que ahora trabaja en la Universidad de Princeton en Estados Unidos. Este experimento muestra el poder de los incentivos. Esto es lo que hizo. Reunió a sus participantes y les dijo, "Les voy a tomar el tiempo. ¿Qué tan rápido pueden resolver el problema?". A un grupo le dijo, "Les voy a tomar el tiempo para establecer normas, promedios sobre cuánto se suele tardar en resolver este tipo de problemas".
Al segundo grupo le ofreció incentivos. Les dijo, "Si estás dentro del 25% de los tiempos más rápidos te ganas cinco dólares. Si eres el más rápido de todos los que participan hoy, te llevas 20 dólares". Esto hace muchos años, ajustado por inflación, es una buena cantidad de dinero para unos pocos minutos de trabajo. Es un buen motivador.
Pregunta: ¿Qué tan más rápido resolvió el problema este segundo grupo? Respuesta: en promedio, tardaron tres minutos y medio más. ¡Tres minutos y medio más! Esto no tiene sentido, ¿verdad? Quiero decir, soy estadounidense. Creo en el mercado libre. No se supone que funciona así, ¿no? Si quiere que las personas rindan más, las recompensas, ¿verdad? Bonos, comisiones, su propio reality show. Incentivaciones. Así funcionan los negocios. Pero eso no ocurre aquí. Recibes un incentivo diseñado para agudizar el pensamiento y acelerar la creatividad. Y hace justo lo contrario: entorpece el pensamiento y bloquea la creatividad
Y lo interesante de este experimento es que no es una aberración. Ha sido repetido una, y otra, y otra vez durante casi 40 años. Estos motivadores condicionales (si haces esto, obtienes aquello) funcionan en algunas circunstancias. Pero para muchas tareas no funcionan o, a menudo, hacen daño. Este es uno de los hallazgos más robustos en la ciencia social. Y también es uno de los más ignorados.
Pasé el último par de años examinando la ciencia de la motivación humana. Particularmente la dinámica de los motivadores extrínsecos y los motivadores intrínsecos. Y les digo, ni siquiera está cerca. Si examinan la ciencia, hay una discordancia entre lo que la ciencia dice y lo que las empresas hacen. Y lo alarmante aquí es que el sistema operativo de nuestras empresas - el grupo de presunciones y protocolos bajo los negocios, cómo motivamos a las personas, cómo aplicamos nuestros recursos humanos - está construido enteramente alrededor de motivadores extrínsecos, usando recompensas y castigos. Esto está bien para muchas tareas del siglo 20. Pero para las tareas del siglo 21, este enfoque mecanicista, de recompensa y castigo, no funciona, a menudo no funciona, y muchas veces hace daño. Déjenme mostrarles lo que quiero decir.
Entonces, Glucksberg hizo otro experimento similar a este, donde presentó el problema con un leve cambio, como vemos: 


¿Está bien? Fijar la vela a la pared de manera que la cera no gotee sobre la mesa. Misma forma. Ustedes: se les tomará el tiempo para normas. Ustedes: los incentivaremos. ¿Qué pasó esta vez? Esta vez, el grupo con incentivos le ganó por lejos al otro equipo. ¿Por qué? Porque cuando las tachuelas están afuera de la caja, es muy fácil, ¿no?
Las recompensas condicionadas funcionan muy bien para este tipo de tareas, donde hay un conjunto simple de reglas y un destino claro al cual llegar. Las recompensas, por su propia naturaleza, estrechan nuestra visión y concentran el pensamiento. Por eso funcionan en tantos casos. Y entonces, para tareas como ésta, un foco ajustado en donde vemos la meta justo allí, funciona muy bien. Pero para el verdadero problema de la vela, no queremos verlo así. La solución no está servida. La solución está en la periferia. Queremos poder mirar alrededor. Esa recompensa en realidad estrecha nuestra visión y restringe las posibilidades.
Déjenme contarles porqué es tan importante. En Europa Occidental, en muchas partes de Asia, en Norte América, en Australia, los trabajadores hacen menos trabajos mecánicos, y más trabajos intelectuales. Esa rutina, basada en reglas, el trabajo del lado izquierdo del cerebro, ciertos tipos de contabilidad, ciertos tipos de análisis financiero, ciertos tipos de programación de computadora, son muy fáciles de comprar fuera, fáciles de automatizar. El software lo puede hacer más rápido. Los proveedores de bajo costo alrededor del mundo lo pueden hacer más barato. Entonces, lo que realmente importa es la creatividad del lado derecho del cerebro, las habilidades conceptuales.
Piensen en su propio trabajo. Los problemas que enfrentan, o incluso los problemas que estuvimos hablando aquí, son ese tipo de problemas, ¿tienen un conjunto claro de reglas, una solución única? No. Las reglas son difusas. La solución, si existe, es sorprendente y no obvia. Todos en esta sala están lidiando con su propia versión del problema de la vela. Y para los problemas de la vela de cualquier tipo, en cualquier campo, esas recompensas condicionales, las cosas por sobre las cuales construimos muchos de nuestros negocios, no funcionan.
Quiero decir, me vuelve loco. Y aquí está lo importante. Esto no es un sentimiento, ¿De acuerdo? Soy abogado, no creo en los sentimientos. Esto no es filosofía. Soy norteamericano, no creo en la filosofía. Esto es un hecho. O, como decimos en mi ciudad natal Washington D.C., un hecho verdadero. Déjenme darles un ejemplo de lo que quiero decir. Déjenme presentarles evidencia aquí. Porque no les estoy contando una historia. Estoy presentando un caso.
Señoras y señores del jurado, la evidencia: Dan Ariely, uno de los grandes economistas de nuestros tiempos, él y tres colegas hicieron un estudio con algunos estudiantes del MIT. A estos estudiantes del MIT les dieron un grupo de juegos. Los juegos involucraban creatividad, destrezas motoras, y concentración. Y les ofrecieron tres niveles de recompensa según el rendimiento: recompensa pequeña, recompensa media, recompensa grande. Si lo haces muy bien obtienes la recompensa grande, y así. ¿Qué ocurrió? Mientras las tareas eran sobre destrezas motoras los bonos funcionaron según lo esperado: a mayor paga, mejor desempeño. ¿De acuerdo? Pero una vez que la tarea requería incluso una mínima destreza mental, la recompensa más alta llevaba al peor desempeño.
Entonces dijeron, "Bueno, veamos si hay algún prejuicio cultural aquí. Vayamos a Madurai, en la India, para hacer la prueba. El estándar de vida es menor. En Madurai, una recompensa que es modesta en Estados Unidos tiene mucho más valor allá". Lo mismo: un grupo de juegos, tres niveles de recompensas. ¿Qué ocurrió? Las personas a las que les ofrecieron el nivel medio de recompensa no se desempeñaron mejor que las que recibieron la menor recompensa. Pero esta vez, las personas que recibieron la recompensa mayor... fueron las peores de todas. En ocho de las nueve tareas de los tres experimentos, los incentivos más altos llevaron al peor desempeño.
¿Existe alguna conspiración socialista aquí? No. Son economistas del MIT, de Carnegie Mellon, de la Universidad de Chicago. ¿Y sabe quién auspicia esta investigación? El Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos. Esta es la experiencia Norteamericana.
Crucemos el charco y vayamos a la Escuela de Economía de Londres. LSE, London School of Economics. La cuna de 11 premios Nobel en economía. Centro de formación de grandes pensadores de economía como George Soros, y Friedrich Hayek, y Mick Jagger. El mes pasado, justo el mes pasado, economistas del LSE analizaron 51 estudios de programas de bonos por desempeño dentro de empresas. Esto es lo que dijeron los economistas: "Encontramos que los incentivos financieros pueden resultar en un impacto negativo sobre el desempeño general".
Existe una discordancia entre lo que la ciencia dice y lo que las empresas hacen. Y lo que me preocupa, mientras estamos parados sobre los escombros de un colapso económico, es que demasiadas organizaciones está tomando sus decisiones, sus políticas sobre los talentos y las personas, basándose en presunciones que son obsoletas, sin analizar, y basadas más en el folklore que en la ciencia. Y si realmente queremos salir de esta crisis económica, y realmente queremos lograr un alto desempeño en esas tareas definitorias del siglo 21, la solución no es hacer más de las cosas equivocadas, no más atraer a las personas con una zanahoria más dulce o amenazarlas con un palo más afilado. Necesitamos una nueva perspectiva.
La buena noticia es que los científicos que estuvieron estudiando la motivación nos brindan este nuevo enfoque. Es un enfoque construido sobre la motivación intrínseca. Sobre los deseos de hacer cosas porque realmente importan, porque nos gustan, porque son interesantes, porque son parte de algo importante. Y para mi, este nuevo sistema operativo para nuestras empresas gira alrededor de tres elementos: autonomía, maestría y propósito. Autonomía, el impulso de guiar nuestras propias vidas. Maestría, el deseo de ser mejores y mejores en algo que importa. Propósito, la intención de hacer lo que hacemos al servicio de algo más grande que nosotros. Estos son los bloques para construir un nuevo sistema operativo para nuestras empresas.
Hoy quiero hablarles sobre la autonomía. En el siglo 20 se nos ocurrió esta idea de la gerencia. La gerencia no surge de la naturaleza. La gerencia es como -- no es un árbol. Es un televisor. ¿De acuerdo? Alguien la inventó. Y no significa que vaya a funcionar por siempre. La gerencia es excelente. Las nociones tradicionales de administración son excelentes si se quiere conformidad. Pero si queremos compromiso, la iniciativa funciona mejor.
Les doy ejemplos sobre algunos casos radicales de iniciativa. Lo que significa - no van a ver mucho de esto, pero se ven los primeros movimientos de que algo realmente interesante está ocurriendo. Porque significa pagarle a la gente de forma adecuada y justa, por supuesto. Sacar el tema del dinero de la mesa. Y después darles a las personas mucha autonomía. Déjenme darles unos ejemplos.
¿Cuántos escucharon sobre la empresa Atlassian? Parece que menos de la mitad. Atlassian es una empresa australiana de software. Y hacen algo increíblemente innovador. Un par de veces al año les dicen a sus ingenieros, "Vayan, y en las próximas 24 horas trabajen en cualquier cosa que quieran, siempre y cuando no sea parte de su trabajo habitual. Trabajen en lo que quieran". Entonces los ingenieros usan ese tiempo para inventar parches de código, hacks elegantes. Luego le muestran a sus compañeros y a la empresa todas estas cosas que desarrollaron, en una sesión libre y práctica al final del día. Y después, como son australianos, todos toman una cerveza.
Lo llaman los Días FedEx. ¿Por qué? Porque hay que entregar algo antes del fin del día. Es lindo. No es malo. Es una violación a la marca enorme. Pero es bastante inteligente. Ese día de autonomía intensa produce una enorme cantidad de arreglos de software que podrían no haber existido nunca.
Y funcionó tan bien que Atlassian lo llevó al siguiente nivel con el 20% Del Tiempo. Ya realizado, famosamente, por Google, en donde los ingenieros pueden trabajar el 20% de su tiempo en cualquier cosa que quieran. Tienen autonomía sobre su tiempo, sus tareas, su equipo, su técnica. ¿De acuerdo? Enormes cantidades de autonomía. Y en Google, como muchos ya saben, cerca de la mitad de los productos nuevos en un año nacen de este 20% Del Tiempo. Productos como Gmail, Orkut, Google News.
Les voy a dar un ejemplo aún más extremo de esto. Algo llamado Entorno de Trabajo Sólo de Resultados. El ROWE. Creado por dos consultores norteamericanos, usado en una docena de empresas en Norteamérica. En el ROWE las personas no tienen agenda. Llegan cuando quieren. No tienen que estar en la oficina en un horario en particular, o en ningún horario. Tan sólo tienen que terminar su trabajo. Cómo lo hacen, cuándo lo hacen, dónde lo hacen, es su decisión. Las reuniones en este tipo de ambientes son opcionales.
¿Qué ocurre? Prácticamente en todos los aspectos, la productividad aumenta, el involucramiento aumenta, la satisfacción aumenta, la rotación baja. Autonomía, maestría y propósito. Estos son los bloques para construir una nueva forma de hacer las cosas. Algunos de ustedes pueden ver esto y decir "Hmmm, suena bien. Pero es una utopía". Yo les digo, "No. Tengo pruebas".
Mediados de los '90, Microsoft empezó una enciclopedia llamada Encarta. Usaron todos los incentivos correctos. Le pagaron a profesionales para que escriban y editen miles de artículos. Gerentes bien remunerados controlaban todo para asegurarse que se llegara a tiempo y con el presupuesto. Unos pocos años después apareció otra enciclopedia. Un modelo diferente, ¿no? Hacerlo porque te divierte. A nadie se le paga un centavo, o un euro o un yen. Hacerlo porque quieres hacerlo.
Si hace 10 años hubieran buscado a cualquier economista y le decían "Hey, tengo estos dos modelos diferentes para crear una enciclopedia. Si se enfrentaran entre sí, ¿quién ganaría?". Hace 10 años no podrían haber encontrado a ningún economista sobrio en el planeta Tierra que hubiera predicho el modelo Wikipedia.
Esta es una batalla titánica entre estos dos enfoques. Es el Ali-Fraizer de la motivación. Es el Thrilla' in Manila. ¿Está bien? Motivadores intrínsecos versus motivadores extrínsecos. Autonomía, maestría y propósito, versus recompensas y castigos. ¿Y quién gana? La motivación intrínseca, autonomía, maestría y propósito, por knock-out. Vamos a resumir.
Existe una discordancia entre lo que la ciencia dice y lo que las empresas hacen. Y esto es lo que la ciencia sabe. Uno: esos incentivos del siglo 20, esos motivadores que pensamos como parte natural de las empresas, funcionan, pero sólo en muy pocas y específicas circunstancias. Dos: esas recompensas condicionales a menudo destruyen la creatividad. Tres: el secreto del alto desempeño no está en las recompensas y los castigos, sino en la fuerza intrínseca invisible. La motivación de hacer las cosas por se quiere. La motivación de hacer las cosas porque importan.
Y aquí está la mejor parte: ya lo sabemos. La ciencia confirma lo que nuestro corazón ya sabe. Entonces, si reparamos esta discordancia entre lo que dice la ciencia y lo que hacen las empresas, si traemos nuestra motivación, nuestras nociones de motivación al siglo 21, si dejamos atrás esta ideología perezosa y peligrosa de recompensas y castigos, entonces podremos fortalecer nuestros negocios, podemos resolver muchos problemas de la vela, y quizás, quizás podamos cambiar el mundo. Concluyo mi alegato.

Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet:

http://www.dosideas.com/noticias/motivacion/784-dan-pink-y-la-sorprendente-ciencia-de-la-motivacion.html




Movimientos en RRHH: nuevos perfiles más conciliadores

Noticia enviada por Rocío Hidalgo Sánchez

Las empresas buscan profesionales que den un giro a las políticas internas


27/07/2010

 El sector de los RR HH está experimentando un cierto movimiento en torno a la situación de sus profesionales. Además de las cifras que arrojan las ofertas publicadas en los portales de internet (Infojobs recoge un alza del 15% en estas posiciones en el mes de junio), fuentes consultadas por Equipos & Talento han confirmado que se está produciendo un cambio en estas áreas relacionado con sus profesionales, ya que las compañías buscan nuevos perfiles que den un nuevo enfoque a la salida de la crisis y a la gestión de la reorganización interna.

En este sentido, desde Hudson, Fernando Guijarro, nos explica que “los profesionales de RR HH son claves para las empresas en estos momentos y éstas buscan a aquéllos con experiencia en la gestión del cambio y en situaciones difíciles”. “Es como cuando hay una crisis de gobierno, se trata de aprovechar profesionales con otras habilidades, capaces de dar uno nuevo giro a las políticas de la empresa”, asegura.

También Ricardo Corominas, Executive director del Grupo Michael Page en Barcelona, coincide en que “esta situación se debe a que en muchos casos la Dirección de Recursos Humanos ha pasado una época difícil durante los últimos dos años, debido a las regulaciones que han tenido que llevar a cabo. Esto a causado un agotamiento en la relación con la empresa y los trabajadores al igual que en la figura misma del responsable, propiciando la necesidad de un cambio de aires para asumir nuevos retos por ambas partes”. Opinión que comparte Ángela Álvarez, directora de Ray Human Capital en Barcelona, quien afirma que son la crisis actual y “los nuevos modelos organizativos” los que causan este movimiento en la profesión.

En cuanto a si son puestos de nueva creación o la sustitución de un profesional por otro, Guijarro considera que “en algunos casos, es sustitución de personas que ya había y, en otros, el contenido del puesto varía. Se están creando nuevos cargos en el área de gestión del talento, centros de excelencia para atender políticas globales e internacionales, y también se está produciendo una mayor centralización de la función”. Por su parte, Corominas cuantifica: “el 67% de los puestos de RR HH cubiertos en el primer semestre de 2010 desde el grupo son vacantes, y el 33% nueva creación”.

Estos datos llevan a concluir que las empresas buscan perfiles diferentes, algo que Álvarez justifica al explicar que “se están creando nuevas estructuras organizativas más especializadas; por ejemplo, si crean una nueva plataforma de telemarketing es posible que requieran de una figura de RR HH para dar soporte a ese centro de negocio concreto. Y en general, debido a la crisis, se tiende más a un perfil especializado en relaciones laborales más que de desarrollo”. En cambio, Ricardo Corominas destaca que aunque sí que se están pidiendo nuevos tipos de profesionales, “más que nuevos, se buscan perfiles con formación, experiencia y una clara vocación conciliadora”.

Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet:

http://www.equiposytalento.com/noticias/2010/07/27/movimientos-en-rrhh-nuevos-perfiles-mas-conciliadores

Los valores de la selección española de futbol y su proyección en el ámbito de los RRHH en la empresa

Noticia enviada por Rafael Garrido Garcelán

España el pasado mes de julio se proclamó campeona del Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010; siendo la primera vez, que un equipo europeo ha logrado conseguir tal éxito fuera del viejo continente.
La victoria de la Selección Española, sin duda, ha supuesto mucho más que un simple “triunfo deportivo” para la población de un país como España que desde hace ya bastante tiempo se encuentra muy baja de moral por los efectos negativos de la crisis económica existente y por las consiguientes altas cotas de desempleo que nutren las listas de parados del INEM. Pese a tan triste situación, millones de ciudadanos, no sólo en España, sino en todo el mundo, salieron a la calle para celebrar la histórica gesta del equipo español.
Resulta, no ya complicado, sino casi imposible recordar un momento en la historia reciente de nuestro país en que España estuviera tan unida como el pasado domingo 11 de julio de 2010. Las banderas, camisetas, gorras, bufandas, etc., de color rojo y amarillo, inmediatamente llenaron y ornamentaron los balcones, calles y plazas, dando color a la alegría de los aficionados. Con todo ello, no se nos oculta que el fútbol está presente, configura e influye en la vida de más millones de personas que ninguna otra realidad social.
España ha ganado el Mundial rompiendo todos los esquemas, salvando valores que se creían desterrados y luchando contra una multitud de circunstancias adversas que iban frontalmente en sentido contrario.
Ciertamente, nuestra actual Selección es un ejemplo del que todos podemos aprender mucho, con carácter general y en ámbito de las relaciones laborales, en particular; ya que ha sido capaz de consagrar una serie de principios o valores sobre los cuales merece la pena que reflexionemos para extraer nuestras propias conclusiones, a fin de buscar su proyección al mundo de los Recursos Humanos en la empresa.
A continuación, se exponen, sin ánimo de ser exhaustivos, los valores, factores y cualidades que a nuestro entender, han sido determinantes –en el ámbito de los Recursos Humanos- para el logro del éxito obtenido por nuestra Selección:
1. Primacía del trabajo en equipo sobre las individualidades

No hay jugador seleccionado que no haya apelado al sentido del grupo, a la unidad, al esfuerzo compartido y al compañerismo. Lo cual, resulta fundamental, como es obvio, en un deporte de equipo. Todos han sido piezas importantes, desde el primero hasta el último, desde el más joven al más veterano, desde las estrellas más mediáticas a las menos célebres.
España ha dado, en todo momento, una gran lección de trabajo en equipo, colaboración y cooperación para conseguir un objetivo común más allá del lucimiento personal (intuitu personae) de cada individuo. Cada jugador ha aportado sus singulares cualidades profesionales y personales, no para competir entre sí, sino para sumar las fuerzas de todos en un solo logro, en una sola meta. Cada jugador se ha sentido –individualmente- clave en la contribución a un resultado conjunto.
2. Pragmatismo y solidaridad en el juego, sin renunciar a sus ideales, estilos y señas de identidad propias (exaltando, con ello, la imagen de marca)

La reacción a la defensiva que encontró la Selección Española en todos los adversarios frente a los que se cruzó en su camino hasta llegar a la final, explica claramente que se haya convertido en el equipo que menos goles ha hecho para ganar un Mundial. En efecto, nunca antes en la historia habían sido suficientes, únicamente, 8 goles para obtener el ansiado trofeo de oro, porque nunca antes una selección se había encontrado con tanta resistencia.
Por otra parte, España finalizó el campeonato con 2 goles en contra en 7 partidos. Uno ante Suiza después de sucesivos rebotes, y en claro fuera de juego, y otro ante Chile porque Piqué desvió un balón que era claro para Casillas. El éxito defensivo se debe, igualmente, al espíritu colectivo que define a los propios ideales de la selección: fútbol, madurez, solidaridad, humildad y confianza. Sin perjuicio de todo ello, España nunca renunció a su estilo de juego ofensivo y “al toque” que le caracteriza, lo que le ha servido para coleccionar un sinfín de elogios y cumplidos, por parte de la crítica de todo el mundo.
De hecho, ningún equipo concluyó más jugadas de ataque por partido, 15 de media; por encima de Brasil (14), Argentina (14), Alemania (13) y Holanda (10). Ningún equipo dio más pases en el área del equipo contrario y ninguno remató más: 61 veces, por 40 de Alemania, 36 de Uruguay y 35 de Holanda.
3. Liderazgo y estilo de dirección. Fomento del entrenamiento constante

Qué duda cabe que el trabajo del seleccionador nacional ha sido decisivo para el resultado final. Vicente del Bosque, apostó desde el primer momento por su modelo, por su propio estilo dedirección y de liderazgo compartido: cualquier decisión tomada desde el cariño antes que con el látigo de castigo.
Nada de dictaduras, ni con el resto del cuerpo técnico ni con los jugadores. Del Bosque ha sabido perfectamente analizar, en todo momento, en términos D.A.F.O. (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades), lo que salía bien en cada partido y lo que debería haber salido mejor, introduciendo los cambios necesarios en cada situación. Con su estilo de dirección ha sabido motivar, generar un ambiente o clima laboral adecuado en la plantilla e integrarse en el grupo como uno más (demostrando conocer herramientas y conceptos utilizados en la gestión de los Recursos Humanos como “team building, coaching, mentoring”, etc.).
Ha estado permanentemente en contacto con sus jugadores, les ha defendido, les ha escuchado y ha comprendido a cada uno de ellos respecto a sus problemas personales. Por otra parte, resulta muy destacable la importancia otorgada por el seleccionador al entrenamiento constante no sólo en la fase preparatoria del mundial (en la Ciudad del Fútbol de las Rozas, en Austria y en Murcia), sino también en Sudáfrica (en Potchestroom, ciudad donde se estableció el cuartel general de España durante el Mundial, Del Bosque estableció diversas sesiones dobles de preparación).
4. Adaptación al cambio, compromiso, sacrificio, esfuerzo, constancia, superación (aprendiendo de los errores), motivación, ilusión, confianza y espíritu ganador

La Selección después del “jarro de agua fría” inicial del partido que perdió contra Suiza, no dejó de crecer hasta el final, pese a las críticas, dudas y hasta ansiedad que generó tal derrota.
Superada la primera fase de grupos, con más esfuerzo, sudor y lágrimas de lo que estaba previsto, dio un salto de calidad con Portugal, peleó contra todos los elementos ante Paraguay (consiguiendo romper la maldición de cuartos de final) y maravilló, a todo el mundo, con su pase a la final después de empequeñecer a la favorita y flamante selección Alemana, que venía de golear insultantemente, con un 4 a 0, en cuartos a la Argentina de Maradona. La confianza en sí misma, el tesón, la lucha, el esfuerzo y la constancia, para ganar en la prórroga a Holanda en la final, quedan fuera de toda duda.
España fue la Selección que más faltas recibió del torneo, con un total de 134, lo que hace una media de prácticamente 20 por partido. Que se recuperase de una derrota inicial habla de la entereza (además de la motivación, ilusión, confianza y espíritu ganador) que precisó para superar una situación de la que, hasta el momento, nadie antes se había repuesto para levantar el título. España, no olvidemos, que es el primer equipo campeón mundial que empezó perdiendo en su partido inaugural. Por otro lado, España tuvo que adaptarse al cambio que supuso que, pese a los pronósticos iniciales, hasta las selecciones favoritas de primer nivel le jugaron a la contra.
5. Comunicación única y con unos valores, estrategia, plan de acción y resultados claros y definidos

En todo momento, incluso durante la fase previa de clasificación se ha transmitido por el Seleccionador y por los propios jugadores un mensaje unívoco de constancia, trabajo duro, esfuerzo y juego en equipo para la consecución de un mismo objetivo: “ganar el mundial de fútbol”.
La derrota frente a Suiza se convirtió en un examen para el vestuario. La respuesta fue impecable.
Todo el mundo fue consciente de la situación delicada, pero a su vez, se asumió incondicionalmente por todos que no era el momento para levantar la voz. Antes al contrario. No hubo fisuras, ni críticas. Tampoco hubo mal ambiente cuando se cuestionó, por un sector de la prensa, la titularidad de Casillas, que incluso intentó enfrentarle con Valdés o desestabilizarle (sobre todo la prensa inglesa) con ocasión de la relación sentimental que mantiene con una reportera de televisión. Por otra parte, España demostró una capacidad estratégica como hace tiempo no se veía, basada en la presión en corto para recuperar el balón, situando al equipo contrario en su campo y atacando incesantemente, en vertical, una y otra vez.
6. Clara definición de los puestos y roles, sin perder de vista la polivalencia funcional y la versatilidad de los jugadores

Todos los espectadores, ya sean aficionados o periodistas, han tenido claro durante todo el mundial que el Seleccionador contaba para confeccionar el once inicial o titular del campeonato, tan sólo con 12 o 13 jugadores. Pese a ello, los jugadores “teóricos” suplentes han asumido perfectamente, sin malestar aparente alguno, su rol como actores secundarios o en algunos de los casos, como meros figurantes.
Por otro lado, la polivalencia de los jugadores, sin duda alguna, ha multiplicado las opciones de juego de la Selección. Recordemos, a este respecto, el gol decisivo de un defensa como Puyol, frente a Alemania en Semifinales. O que ningún equipo del mundial contó con un central que diera más pases que Piqué, ni con un lateral que se incorporara más al ataque que Sergio Ramos.
7-. Fair Play

Si hay algo que ha caracterizado a la Selección Española es el juego limpio, la deportividad y el respeto por el fútbol. El juego limpio ha estado presente en España, incluso, cuando algunos de los rivales con los que se ha enfrentado (siendo claro ejemplo, la selección Holandesa en la final) se han mostrado con una agresividad desmedida. El juego limpio de la selección denota claramente el alto valor humano del grupo.
El espectador de un partido de fútbol, como hemos visto, no está simplemente observando un espectáculo lúdico, sino que también está leyendo, inconscientemente, sin darse cuenta, un tratado sobre el comportamiento humano o sociología y más en concreto, si se me permite, sobre gestión y desarrollo de los Recursos Humanos.
Los valores de la Selección Española campeona del mundo pueden ser, sin lugar a dudas, una excelente metáfora que resulte de aplicación al campo de los Recursos Humanos en la empresa. Y ello, debe quedar en nuestras mentes, para siempre, a modo de “philosophia perennis”, pues será francamente difícil que vuelva a suceder algo parecido.
Por lo demás, poco a poco se difuminan, lenta pero inevitablemente, en todos nosotros, el entusiasmo y la pasión del Mundial con cierto aire de nostalgia y melancolía.
No en vano, nada volverá a ser como antes.
José Antonio Gallardo Cubero, Abogado y Miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.

 
Publicado originalmente en la siguiente dirección de internet: 
 http://www.rrhhmagazine.com/



Del trabajador como un simple costo al trabajador como inversor

Noticia enviada por Lara Castilla Bolea


Los paradigmas en materia de “Gestión de Personas”, o Administración de Personal, como se solía denominar antes, van cambiando a medida que el mundo de los negocios se vuelve más complejo, desafiante y cambiante. De esta forma, hemos pasado de la no tan vieja época de la “administración fordista”, donde a los trabajadores se los consideraba simplemente como un “costo más” de la empresa, a la moderna rotulación de “trabajadores como inversores”, con un paso previo y fugaz de consideración de los empleados como “activo estratégicos” de una empresa. Es probable que los tres paradigmas hayan estado o estén correctos; obviamente, cada uno en su contexto temporal, que siempre enmarca los tipos de estrategia de negocios válidas en cada época.
            En la época fordista por excelencia, la de sus inicios, allá por las primeras décadas del siglo XX, el trabajador-obrero era un engranaje más en el proceso productivo, y en general, no era muy diferente su valoración a la de una pinza, una tenaza, un torno, una máquina o cualquier otro bien de capital que tuviera una empresa, el trabajador era un “costo más”, a veces fijo, a veces variable, pero nada más que eso, un simple costo, un simple número. Charles Chaplin, en la clásica película “Tiempos Modernos”, simboliza magistralmente la vida del obrero occidental de las grandes fábricas estadounidenses (y del mundo occidental en general) de la época, una vida alienada, rutinaria, cronometrada, que podría llevar al suicidio a cualquier hombre posmoderno de la actualidad, si una máquina del tiempo lo transportara hasta 1920-1930-1940.
            Ya hacia 1950, las conquistas laborales sindicales, sumado a una cierta flexibilización del fordismo y del taylorismo como “paradigmas de cabecera” de los empresarios, empezaron a invadir el mundo de las relaciones laborales y del management de la época, lo que fue haciendo mejorar la consideración del personal en la estrategia empresarial; y si bien a decir verdad, nunca dejaron (en aquella época) de ser vistos como simples costos, al menos ya no eran explotados de sol a sombra como en los inicios fordistas, pasando a ser “costos un poco más privilegiados” que las materias primas y los bienes intermedios, ya que al menos tenían vacaciones, jornada de 8 hs diarias y aguinaldo, lo que humanizaba un poco más a esta categoría de costos, los costos laborales. En Argentina, es a partir del gobierno peronista de 1945-55, donde se empiezan a ver algunos cambios en este sentido; y en Europa y EE.UU., sólo algunos años antes, nada más.
            Este paradigma del “trabajador como un costo” duró hasta aproximadamente principios de los ’80, cuando el mundo de los negocios empezó a volverse cada vez más complejo y cambiante, en especial a partir de las irrupción de las nuevas tecnologías (IT la principal), tanto en procesos como en productos, que hicieron del cambio y la innovación los principales determinantes de las estrategias empresariales de la época, desde IBM hasta los modestos kioscos y almacenes de barrio, todos inmersos en el concepto de “cambio permanente”. Y paralelo a esto, o sea no más allá de principios de los ’90, llegó la globalización, el Consenso de Washington y la apertura de los mercados, en especial en los países emergentes como Argentina, donde la competencia se volvió cuasi-caníbal.
            De esta forma, los gurúes del management de los ’80 y ’90 empezaron a hablar de los “trabajadores como activos estratégicos de la empresa” en vez de cómo “simples costos”; pero al ver que se quedaban cortos en la estratégica función que el talento humano ejercía y ejerce hoy en el mundo de los negocios, y que determina la posibilidad de que subsistan o mueran organizaciones enteras, de miles de empleados como General Motors y Chrysler, entre otras, dichos gurúes decidieron cambiar el paradigma y empezar a hablar de los “trabajadores como inversores” en vez de “como activos”; o sea haciendo una analogía con la bolsa, situando a los trabajadores como agentes económicos que buscan el mejor retorno (la paga salarial, las condiciones de trabajo) de su inversión en capital humano (su capacitación, sus años de estudio). De esta forma, los gurúes del management sintieron que la metáfora del “trabajador como activo” no llegaba a expresar plenamente el valor que los individuos aportan hoy a las organizaciones que los contratan, ni tampoco el grado tal control que hoy ejercen sobre su inversión, decidiendo cambiar de empleador sin ningún remordimiento si surge otra oportunidad laboral mejor. Es por eso que modificaron dicho paradigma, y hoy se escucha hablar abundantemente del “trabajador como inversor”, no ya como “activo”.
Sin embargo, y yendo de la teoría a la práctica, siempre hay un desfasaje entre los tiempos de los gurúes y los tiempos de los ejecutivos de las empresas, y era muy palpable a finales de los ’80 y principios de los ’90, que los empleados todavía ni siquiera habían ascendido al rango de “activos” en la mentalidad de la mayoría de los directivos superiores, si bien todos ellos habían comprado los libros de dichos gurúes del management y de la gestión de personas, que hablaban en ese sentido. El trabajador era el activo más valioso de la empresa, el activo estratégico, decían los garúes a principios de los ‘90, mientras que en la mayoría de las empresas del mundo los trabajadores no se sentían valorados de esa manera aún, ni ahora tampoco, salvo algunas contadas empresas, generalmente multinacionales, y no todas ellas tampoco.
De hecho, la mayoría de las empresas de fines de siglo XX, reitero, inmersos en un vertiginosidad del mundo de los negocios nunca antes vista, seguían viendo a los trabajadores como “costos que debían disminuir” siempre que el mercado obligare a un recorte de gastos. Y si vamos a la contabilidad, los costos son flujos, los activos no, son stocks; o sea, conceptualmente hay una gran diferencia. Es más, transcurrida esta primera década del siglo XXI, la mayoría de las empresas sigue poniendo a la inversión en personal por detrás de la satisfacción al cliente, del rendimiento financiero, la competitividad y la calidad de productos y servicios, como objetivos prioritarios de una organización.
            Pero como los gurúes no se cansan de cambiar los paradigmas, aunque después los ejecutores de sus ideas tarden un par de décadas en implementarlas masivamente (todavía muchas empresas no pasan del “trabajador como costo” al “trabajador como activo”), ahora la cuestión es “el trabajador como inversor”, sin dudas, totalmente acertado para los tiempos de los negocios que corren. El trabajador actual, en especial el de trabajos más cerebro-intensivos, invierte en capacitación, es decir su capital humano, con el objetivo de alquilar posteriormente sus servicios laborales donde mejor rinda su inversión. Es decir, hoy se invierte en capital humano como un corredor de bolsa lo hace en acciones, se busca rentabilidad, y si dicha empresa “no me lo da, me voy a otra”, sin ningún remordimiento. Es el mercado laboral adaptado al mundo de los negocios actuales, el del cambio permanente, acelerado y vertiginoso. Y este modelo no es sólo potestad del primer mundo, en países como Argentina se observa también con nitidez, aunque reitero, en determinados sectores, en especial los de profesionales de procesos cerebro-intensivos (la industria del IT, la principal). Hoy, el lazo que liga a individuos y empresas cerebro-intensivas deriva de la capacidad y voluntad de cada parte para proporcionar beneficios al otro, nada más. Este paradigma, creo, afecta a corto plazo “el famoso empleo de por vida” de las empresas japonesas por ejemplo, modelo que hoy claramente está siendo revisado, para adaptarlo a los tiempos que corren. El modelo japonés creo se movía mejor en el paradigma del “trabajador como activo”, no el actual, del “trabajador como inversor”.
            También este paradigma creo desafía al modelo de capacitación al personal en el lugar de trabajo, ya que al haber cada vez menos fidelidad entre el trabajador-inversor y la empresa contratante, los planes de capacitación in company se van a ir reduciendo, a la espera de que cada trabajador invierta en su propia capacitación permanente, ya que una empresa va a poder disfrutar de dicha inversión por poco tiempo, en estos tiempos de “poca fidelidad laboral, aunque reitero, este proceso se observa hoy sólo en determinadas industrias, como las cerebro-intensivas, y en los niveles más calificados.

Publicada originalmente por Sebastíán Laza en la siguiente dirección de internet:

jueves, 11 de noviembre de 2010

Para ser los mejores, tenemos que rodearnos de los mejores

Noticia enviada por Soraya Alcázar Domínguez


¿Cuáles son las claves para contratar el verdadero talento?

23/09/2010 Los departamentos de Recursos Humanos son uno de los pilares fundamentales de cualquier organización. La tarea de contratar personal influye directamente en los beneficios de la empresa, en los objetivos propuestos, en el clima laboral, etc. y, por tanto, afecta a la trayectoria de la empresa.

Trabajando.es da a conocer las claves para contratar el verdadero talento.

-Importancia de la diversidad. Hay que trabajar en conseguir un equipo de RRHH heterogéneo, donde puedan desenvolverse en las distintas áreas y sectores del mercado laboral.

-Acumular talento. Normalmente sólo se busca futuros candidatos cuando existe una vacante que cubrir, pero si la búsqueda no tiene éxito podemos perder demasiado tiempo en el procedo de selección. Para evitarlo hay que acumular una buena cartera de posibles candidatos y mantenerla actualizada.

-Conoce tu plantilla. Antes de comenzar cualquier proceso de selección, hay que conocer en profundidad los puntos fuertes y débiles de la plantilla actual. De esta manera, podemos establecer unos criterios de búsqueda más concretos, que nos sirvan para remediar nuestras carencias.

-Actitud versus habilidad. Todos los conocimientos se pueden enseñar y dominarlos más tarde o más temprano, pero lo que sí es difícil es enseñar a transmitir una actitud correcta. Una disposición optimista es algo muy valorable en los candidatos y difícil de encontrar.

-La obediencia no siempre es buena. El empleado obediente, que siempre cede y nunca cuestiona, puede servir para un uso limitado en este entorno de cambio. Hay que rodearse de personal dinámico y fresco que pueda ofrecer soluciones a problemas, no que sólo acaten órdenes.

-Seguros en la elección. Aquellos candidatos con buen potencial, experiencia, CV, pero con hábitos cuestionables, no serán una buena elección.

-Simular situaciones de trabajo. Si no estamos convencidos al 100% de las cualidades que nos ofrece el candidato, podemos incluir una serie de simulaciones en el proceso de la entrevista. Estas situaciones ficticias pondrán a prueba al candidato y podremos observar cómo se desenvuelve en posibles circunstancias.

-Papel de psicólogo. Muchos entrevistadores no dejan hablar al verdadero protagonista del proceso, el candidato. Hay que estar atento a todos los detalles que nos revele el aspirante, tanto de experiencias laborales anteriores, como de su vida en general.

“Muchas compañías tienen ya políticas de identificación y retención del talento de sus empleados. Este novedoso procedimiento empieza con el inicial proceso de selección del candidato, mediante informes, entrevistas, simulaciones reales, etc. Con este método se reduce la tasa de rotación y se invierte más en el crecimiento de la compañía”, destaca Ana Martínez, directora de Marketing y Alianzas de Trabajando.com España.

Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet: 



Del recurso humano al marketing interno

Noticia enviada por Manon Cravatte

Una de las aristas de la actual crisis económica que lamentablemente se viene profundizando en los últimos meses en nuestro país, tiene que ver con el impacto negativo sobre la competitividad de las empresas. Conceptualmente toda crisis que se genera en un ámbito social, cualquiera fuese éste, significa siempre un efecto directo sobre una parte o la totalidad de las personas que forman parte de dicho ámbito. Por otro lado y como ya sabemos toda crisis es también oportunidad, por lo que es en el propio substrato social donde potencialmente se generan los mecanismos de defensa necesarios para superar las circunstancias adversas de tal situación.

De esta forma, cuando nos expresamos en términos de crisis de competitividad en una empresa, no hacemos otra cosa que realizar una referencia explícita a la forma de comportamiento psicosocial de quienes integran la organización. Es decir que cualquier indicador endógeno que se utilice para señalar la crisis, como puede ser por ejemplo una tecnología deficiente, restricciones financieras, estrechez del mercado, caída de las ventas, pesada estructura de costos, etc., tienen como común denominador al substrato social de la organización.

Ahora bien, si las personas que integran la empresa son importantes -tal cual lo reconocen las más modernas teorías sobre Recursos Humanos- para que aquella pueda crecer en su mercado, lo son y mucho más para superar situaciones adversas como es el caso de la actual crisis económica. Claro que los métodos y la filosofía de gestión no pueden ser los mismos cuando las condiciones exógenas son distintas. No es igual proponerse mejorar la posición en el mercado cuando en éste existe una demanda sostenida, que procurar subsistir cuando se dan en él sólo condiciones de franco achicamiento.

Es éste punto donde se produce a nuestro juicio la inflexión entre la teoría de los Recursos Humanos que conocemos y el Marketing Interno. En efecto, históricamente la gestión de los Recursos Humanos nació como una combinación de aplicaciones conceptuales y metodológicas provenientes fundamentalmente de las ciencias psicosociales, a fin de que el personal de las empresas acompañara con su desempeño el crecimiento comercial de aquellas.

Para entender este proceso, ubiquémonos temporalmente en los años 50 y veremos que las perspectivas de crecimiento en los mercados eran casi ilimitadas. Entonces el herramental que se diseñó para ser aplicado en las áreas de Recursos Humanos se orientó básicamente a que el personal de las organizaciones respondiera con esfuerzos de producción y no tanto de creatividad, a la demanda creciente de aquellos mercados. Quizá con algunas variantes en la forma, las técnicas de administración de éste recurso se han basado en la aplicación de organigramas de diseño vertical, con la mayor distancia posible entre el vértice y la base; comunicaciones internas sólo abiertas a lo estrictamente necesario para el desarrollo de la tarea; evaluaciones de desempeño destinadas a gratificar esfuerzos individuales y sancionar desaciertos; premios y estímulos a la productividad en función de objetivos cuantitativos de producción; descuentos por ausentismo y adicionales por presentismo; estructura salarial piramidal rígida y ajustada a convenios colectivos; escasa rotación interna; escasa capacitación y con contenidos en su mayoría vinculados al uso de la tecnología instalada; liderazgos poco participativos logrados formalmente por el reconocimiento al tiempo de permanencia en una función o en la empresa.

Esta es sucintamente la realidad de gran parte del parque de empresas de nuestro medio. El mercado cambió, los requerimientos para competir crecieron y el tema de la competitividad se instaló con fuerza para poder seguir en el mercado. Y entonces se hace inevitable la siguiente pregunta: ¿sirven realmente aquellas técnicas de gestión para hacer que el personal se tome para sí la responsabilidad de ser copartícipe de la suerte de la empresa en su mercado?

Si aceptamos que en una situación de profunda crisis de competitividad cualquier esfuerzo individual por más calificado que sea es insuficiente, es muy posible que acordemos que aquellas técnicas basadas en el desempeño individual y por lo tanto estructuralmente desvinculado de los resultados de la organización, resulten ineficientes e ineficaces para garantizar las acciones que se requieren.

Ante esta limitación los responsables de las áreas de Recursos Humanos han tenido que salir presurosos a buscar otras alternativas creativas de gestión, que permitan que el personal sea realmente la parte activa que las empresas tienen a su disposición para mejorar su actual nivel de competitividad. Y en esta búsqueda, el Marketing mucho tiene para aportar.

Precisamente si hay un aporte objetivo que organizacionalmente se le debe reconocer al Marketing, es nada más ni nada menos que haber "descubierto" el valor del cliente para la vida de toda empresa. Esto significa que trajo a las empresas la "nueva" noticia que los clientes en tanto seres humanos tienen necesidades, deseos y expectativas, y que en los últimos años, estos han descubierto el inmenso poder que representan en la suerte de aquellas en sus mercados. Estamos viendo en general en la última década, una liberación mayor del individuo-cliente, digamos una mayor movilidad; éste espera más por el producto o servicio que compra y si no lo encuentra, cambia rápidamente de proveedor.

Bien podemos decir entonces que lo que hizo el Marketing, fue hacerle un aporte de humanismo a la empresa al hacerle saber que detrás de cada cliente, hay un ser humano con capacidad de opción y decisión y que es cada vez más difícil de engañar. Claro que el Marketing no llegó por azar a éste hallazgo, sino que lo hizo a través del recurso de la investigación que le ha permitido conocer con fundamento científico los estilos de comportamiento del individuo - cliente, antes, durante y después de una compra.

Vale decir que lo que el Marketing hizo fue lo que hasta ahora no había logrado el área de Recursos Humanos: indagar en el componente humano reconociendo por un lado la importancia en la vida de la organización y por otro, que como tal, es poseedor de necesidades, deseos y expectativas dinámicas que inducen el comportamiento individual y grupal. Precisamente cuando las empresas tomaron nota del valor del cliente, inmediatamente detectaron que las estructuras internas pensadas sólo para obtener ventajas apostando únicamente a la producción, no contemplaban la posibilidad de crearle valor a quienes en buena medida deciden la suerte de la empresa en el mercado.

En este contexto, los únicos que pueden detectar, conocer e interpretar las expectativas de satisfacción de los clientes externos, son las personas que integran la empresa y para ello, deben estar organizadas de tal manera que puedan efectivamente relacionarse con aquellos en el proceso de generarles valor. El Marketing al abocarse decididamente hacia la problemática de los clientes, indirectamente hizo que se debiera prestar mayor atención al tema del propio personal de la empresa. La lógica más elemental indica que es impensable pretender satisfacer a los clientes si quienes los tienen que atender, no están satisfechos a su vez. Por eso en las empresas cuando se trasciende lo meramente remunerativo y se pondera toda la escala de lealtades por las que puede optar el personal en tanto seres humanos, es cuando se comienza a concretar un asomo a la complejidad del proceso de interrelaciones internas que bajo la forma de patrones de conducta, cobran incidencia final sobre el tipo de atención real que se le da a los clientes externos. Entonces se empieza a transitar el camino de la competitividad.

Así como hay un cliente (externo) que al comprar pretende satisfacción, hay también un "cliente interno" que en su condición de persona, aspira igualmente a alcanzar idéntico estadio en su relación laboral con la empresa. La forma en que el individuo organiza sus necesidades conscientes e inconscientes, sus necesidades sociales y sus necesidades fisiológicas, determina su comportamiento frente a determinadas situaciones. La manera personal de estructurar las necesidades individuales viene condicionada por la acción mutua de las características psíquicas, físicas y por el ambiente cultural en el que se interactúa. Si el clima laboral expresa las condiciones en las que se desenvuelve el "cliente interno", indagar, detectar, conocer e interpretar las expectativas de satisfacción del mismo, debe ser entonces funciones específicas del Marketing Interno. Esto significa que así como el Marketing tradicional indaga en las expectativas de los clientes externos para poder satisfacerlas competitivamente, el Marketing Interno debe hacer lo propio en el "cliente interno", considerando la importancia significativa que tienen las personas (clientes externos e internos) en la competitividad de la empresa.


Artículo de opinión de Carlos López
Consultora Enikö Bihar y Asoc.

Aprendiendo de nuestros errores

Noticia enviada por Rocío Hidalgo Sánchez

11/06/2010 | 19:06
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A veces se cometen errores que se convierten posteriormente en otros más grandes, por el mero hecho de no querer verlos o analizarlos y especialmente aquellos que tienen que ver con las personas.
En estos tiempos que corren, cometemos muchos, sobre todo los integrantes de los puestos de RRHH ya que a veces, nos obligan a tomar decisiones de las cuales o no participamos, o no entendemos o aunque esto no sea así y estemos de acuerdo, estamos equivocados.
La cuestión es que errores en la gestión de las personas, pueden derivar en otros mayores, ya que por ejemplo un despido mal hecho, afecta a familias y por eso, debemos tener un esmero especial.
Si por ejemplo, después de haber despedido a una persona por razones objetivas, pensamos que nos hemos equivocado porque nos dan una información relevante a posteriori lo más cómodo sería decir ¿llegas tarde? y dejar que el hecho fluyera como el río, pero en este caso, lo honesto y valiente es rectificar, pedir perdón y recuperar al empleado, aunque esté quemado y si es así, deberemos hacer un esfuerzo especial en levantarle.
Si fuéramos cobardes no haríamos nada, habríamos cometido una injusticia y se habría perdido un buen profesional. Sin embargo, el decir que me he equivocado y te pido que vuelvas, es un acto de arrepentimiento, humildad y un aprendizaje importante de que cuando tomamos una decisión, debemos estar muy seguros de la razón y de que ninguna otra posible información, nos va a hacer cambiar nuestro criterio.
La otra cara de la moneda, es como lo percibirían los empleados. Pensarían que no hay un criterio lógico y que por esa regla, cualquiera puede estar en la calle sin razón aparente. Sin embargo, creo que a pesar de que se reciba esa percepción del resto del staff, es mejor rectificar, hacer las cosas bien aunque sea tarde y no hacer más daño innecesario.
En este caso, la comunicación y claridad es fundamental, debe ser tranquilizadora y explicar los hechos con la debida corrección y siempre debe llegar a todos y en el momento oportuno.
El error, es una escuela del saber y si pasara un hecho como el mencionado, sin duda ese sería el más extremo. No obstante, si bajamos en la escala y analizamos la de veces que nos equivocamos con nuestra gente en regañinas, órdenes equivocadas, confusión de delegaciones etc...... lo que simplemente diría, es que seamos humildes, que aprendamos y que analicemos. Nunca debemos dejar de subsanar lo que esté en nuestra mano, a pesar de nuestra imagen, ya que si podemos con esto ayudar a la gente, la motivación es más que suficiente y sobre todo será una importante lección para nosotros mismos, que nos hará crecer como personas y que nos permitirá dormir tranquilos.


Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet:

CAPITAL HUMANO Y CAMBIOS

Noticia enviada por Ignacio García Fernández

Hoy, como nunca, se habla de capital humano a modo de pieza clave del éxito de las distintas organizaciones y empresas. Ya saben, esa plusvalía que genera la persona en procesos de mejora y sin la cual apenas se avanza y que, por ello, lleva a buen puerto la marcha de los diferentes proyectos concebidos. Sobra, pues, decir que toda atención sobre ese aspecto es, y va a ser, poca en el obligado campo presente y futuro de las innovaciones.

Viendo así la cosa, de forma un tanto genérica y, en cierto modo, alejados de la terminología economicista que parece que lanzó al mercado tal expresión, nos podríamos preguntar, iniciado el nuevo curso en casi todos los órdenes de la vida, si son los cambios y transformaciones producidos en unos ámbitos profesionales o en otros los que miden realmente la buena o mala salud de éstos, los que, en definitiva, dicen que el capital humano que se desenvuelve en ellos funciona de veras. Indudablemente, todo cambio supone, según las circunstancias, un pequeño o un gran reto, para el que hay que estar preparados, pero, claro está, asimilado y hecho a ser posible con la máxima flexibilidad.

Me explico. Para empezar, podríamos colocarnos en una dimensión amplia y, a continuación, ir reduciéndola y focalizándola hacia algún sector conocido. Pues bien, desde este punto de vista, ignoro en qué medida el que por primera vez -o por segunda o tercera- llega a la mesa de cualquier equipo de gobierno es consciente de la influencia que ejerce en todo ese personal adscrito -pongamos por caso- a cualquier administración pública de uno u otro departamento.

Así, pocos discutirán que el sector educativo sabe demasiado de reciclajes de leyes y reformas, de reorientaciones de diverso signo, de ajustes y recortes, pero no sé si alguien se pone a evaluar alguna vez el efecto de todo ello en los que integran la llamada comunidad educativa, especialmente, la de ese capital humano que, con diaria dedicación y mejora de su profesionalidad, procura llevar adelante los retos educativos de un país. Esto claro, si el cambio que se quiere suscitar, y que conlleva una renovada visión de la enseñanza, no se distancia demasiado de la práctica escolar diaria, si, por exceso de novedades o escasez de ayudas para ponerlo en práctica, no se amontona ni se olvida, y si, por ello, no constituye al final un muro insalvable que hace que todo al final funcione casi como siempre, es decir, sin apenas cambios.

Es indudable que, además, casi de forma encadenada, todos estos cambios cualitativos traen consigo en algunos momentos cambios estructurales y de calado que suponen modificaciones de plantillas o de la función en el desempeño de los puestos de trabajo.

En efecto, los cambios se dictan, se declaran y se asumen, pero otra cosa es que se articulen y materialicen realmente a través de una actuación personal y determinante en el sentido invocado por las nuevas reestructuraciones. Aquí parece que, por parte de unos dirigentes u otros, habría que tener un gran interés comunicativo y un deseo de hacerse comprender y, sobre todo, una especial atención por los individuos que constituyen la siempre anónima plataforma de los llamados recursos humanos.
Teniendo en cuenta que en este empeño, todo tipo de personal -tanto interno de un mismo enclave profesional, como externo de otro que se relacione con el anterior-, resulta más que necesario, apenas merecerá la pena subrayar que la empatía y el sentido de reciprocidad en la interlocución de un amplio abanico de emisores y receptores ha de prevalecer a diario.
Parece lógico suponer, pues, algún retroceso si algo de lo anterior no se produjera. No hay que aventurar mucho al señalar que, en ese caso, las innovaciones previstas y las modificaciones planteadas se vuelven lentas o apenas se hacen y una atmósfera de ambigüedad se hace dueña y señora de la situación.
A causa de esto, y sin salirnos aquí del ámbito público, suele ocurrir que conviven, por un lado, esfuerzos y energías en el plano de los recursos humanos, que se consumen sin dejar huella, porque no se miden ni valoran, y, por otro, justo en el extremo opuesto, una suerte de parálisis y ralentización en los mismos a la espera de unas clarificaciones que no llegan, lo que a menudo suele justificar tal actitud dilatoria.
En cualquier caso, no se me ocurre otra cosa que realizar un lógico y fiel seguimiento y valoración de los procesos de cambio -quizás, se esclarezca con ello otro asunto nada inocuo, como es el de la medición de las partidas destinadas a tal efecto- , así como, en el ámbito del conocimiento y de los nuevos contenidos, relativizar su potencial para la buena disposición de los distintos intereses y de las diferentes necesidades que fluctúan en el ámbito de gestión de las personas y de la salvaguarda de su capital humano.
Respecto a esto, sin poner en cuestión las ventajas para cualquier entidad, ya sea ésta pública o privada, de los cambios controlados y de las innovaciones producto de buenas prácticas, esa forma de fiscalidad, si se quiere, del 'saber' dirigente frente a otras opciones que perviven y se manejan con éxito y de forma habitual, no deja de ser una traba para la naturaleza del mismo saber y para la riqueza que atesora todo capital humano.

Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet:

Cada vez más recursos y cada vez menos humanos

Noticia enviada por Ignacio García Fernández

Durante la década de los 90 la gestión de los recursos humanos alcanzó la condición de prioridad estratégica... al menos sobre el papel. 
Las personas pasamos a ser consideradas  como  el activo más importante de la empresa, y nuestro desarrollo como la primera prioridad del Consejero Delegado. 
Las consecuencias para quienes no lograsen captar y retener el mejor talento eran apocalípticas. 
Los consultores nos vendieron diferentes versiones de “ungüento amarillo”: gestión por competencias, gestión del conocimiento, gestión del talento... 
Pero la crisis sopló sobre toda esta pseudoliteratura y se llevó las plusvalías, el dividendo, las previsiones de crecimiento y el valor de las stock options. 
En muchas empresas los “Recursos Humanos” volvieron a ser  de nuevo “ El Personal”. 
Pero también ha habido otras empresas  que se han mantenido firmes en su filosofía y han continuado con sus programas y sus inversiones en formación y desarrollo. 
Sin duda alguna hoy día conviven ambos modelos: “Gestión de Recursos” vs “Dirección de Personas”. 
Es difícil evitar un planteamiento maniqueo de este tema, pero lo cierto es que predomina cuantitativamente el primer enfoque, basado en la consideración de las personas como recursos. 
También es cierto que ambos modelos coexisten  y que ninguno está demostrando de una forma clara ser superior al otro, desde la perspectiva estricta de los resultados y la cotización. 
Algunas empresas (estadísticamente la mayoría, diga lo que diga la literatura de management) consideran al hombre como un recurso que se compra, genera rendimiento y finalmente se amortiza. 
En este modelo las personas pueden ser consideradas como un activo estratégico, pero no están orgánicamente integradas en la empresa y por lo tanto se prescinde de ellas cuando es necesario reducir gastos... o cuando no responden a las expectativas del trimestre.
¿Por qué quiere la gente trabajar en estas empresas?, ¿Qué ofrecen para atraer y captar a los mejores?.
Sin duda la oferta que realizan puede ser atractiva y se basa en cuatro pilares: 
  1. La empresa tiene una clara imagen de liderazgo en su sector... trabajar con ellos es trabajar para los mejores.
  2. El trabajo a desarrollar es atractivo, supone llevar adelante un proyecto novedoso, que resulta interesante y retador.
  3. Existe una clara expectativa de revalorización, trabajando allí el profesional logrará notoriedad y en el futuro se incrementará su valor.
  4. Además el salario es bueno y suele estar por encima del mercado.
Los profesionales ambiciosos, seguros de sí mismos, dispuestos a cambiar de empresa y con una fuerte motivación económica, encuentran en estas compañías un lugar en el que satisfacer sus motivaciones.
Pero si tu perfil de valores es otro, también existen otras alternativas. 
Algunas empresas siguen obstinándose por entender a sus profesionales desde su dimensión más humana. La empresa es entendida como un organismo vivo, del cual las personas forman parte y colaboran activamente en su desarrollo o destrucción.
En estos casos el individuo se vincula emocionalmente con la compañía, además de profesional y jurídicamente.
La oferta de este tipo de empresa se basa en otros elementos también atractivos: 
  1. Existe una misión empresarial claramente definida, en la que se destaca especialmente el servicio que la compañía presta a la sociedad... y la empresa actúa en consecuencia... todos los días. 
  2. Las personas trabajan en un entorno dominado por la claridad, en el que pueden actuar con autonomía y desarrollarse como individuos y como profesionales. 
  3. El trabajo es enriquecedor por su contenido, pero sobre todo por el entorno social. Se trabaja con otros profesionales con los que se comparten valores y con los que se coopera para lograr objetivos comunes. 
  4. El salario puede no ser especialmente atractivo, pero existen posibilidades de crecer profesional y económicamente a largo plazo.
Cada profesional debe escoger el tipo de empresa en el que quiere trabajar y asumir las consecuencias... lo importante es que se adecue a sus valores y objetivos personales.
Cada empresa debe decidir el tipo de gestión que quiere desarrollar y asumir las consecuencias... lo importante es que lo ejecute con rigor,  y se concentre en los aspectos que hacen competitivo al modelo elegido: Imagen, reto, revalorización y salario; o misión, claridad, desarrollo y afiliación.

Publicada originalmente en la siguiente dirección de internet: